Nuits de mélancolie: No es lo mismo llevar la contraria que pensar lo contrario a lo que dices...

No es lo mismo llevar la contraria que pensar lo contrario y en esta confusión es demasiado fácil caer. Si no, que se lo digan a nuestra prota que la pobre se ha hecho un lío.

-¿En qué piensas?
-En todo y nada a la vez.
-Eso es imposible. No se puede pensar en todo y tampoco en nada, y mucho menos la vez.
-¿Y tú que sabes? A lo mejor eres tú quién no es capaz.
-Ya, claro.
-¿Quieres debate?
-Como quieras, me da igual.
-¿Destino o casualidad?
-Destino.
-No, casualidad.
-Las casualidades no existen.
-Mentira, el destino es lo que no existe. Muchas cosas pasan por casualidad.
-No, pasan porque el destino las dicta.
-No, pasan por determinadas circunstancias que crean las casualidades.
-No, es el destino.
-Casualidad.
-Destino.
-C-A-S-U-A-L-I-D-A-D
-No nos vamos a poner de acuerdo. Nunca lo hacemos.
-¿Eso significa que me vas a seguir llevando la contraria?
-Sí.
-Ya veremos.
-No, no veremos.
-Eres tonto. - responde ella frunciendo el ceño y cruzándose de brazos.
-Y tú inteligente.
-Cantas mal.
-Y tú genial.
-¿Entonces me estás diciendo que soy tonta y canto mal?
-¿Y tú que soy inteligente y canto bien?
-No.
-Pues yo sí. - El chico sonríe.
-¡Dios! Ya me has hecho el lío.
-No, te lo has hecho tú.
-Mentira.
-Verdad. Tú has empezado con este absurdo juego.
-No es absurdo.
-Sí que lo es.
-Te odio.
-Y yo te amo con locura.
-¿Eso quiere decir que me odias?
-¿Y tú que me amas?
-Eres idiota - Ella frunce el ceño de nuevo.
- Y tú guapísima.
-¡No me llames fea!
-No lo he hecho. Piénsalo.
-Pero es lo que querías dar a entender.
-Eso nunca lo sabrás.
Ella saca la lengua.
-Me encanta cuando haces eso.
-Mentira. En realidad lo odias.
-Eso tú no lo sabes.
-Sí que lo sé.
Silencio.
-¡Dios! Te quiero.
-Ya lo sé.
-¿¡Cómo!?
-Que no hacía falta todo este jueguecito para decirme que me quieres, se te ve en los ojos.
-¡Estúpido!
-Eso es que piensas lo contrario.
-¿Cómo haces para saber en qué momento digo o no lo contrario a lo que pienso para llevarte la contraria?
-Porque te conozco y he acabado llevándote a mi terreno para que llevándome la contraria acabes diciéndome verdaderamente lo que piensas.
-¡Eso es trampa!
-No. Se llama estrategia.
-Lo que tú digas.
-Por supuesto. - el chico no puede evitar soltar una carcajada.
-¿De qué te ríes?
-De la situación.
-Eres malo.
-Y te encanta.
-No.
-Sí.
-No.
-Reconocelo.
-No.
-Este es el momento en las películas en el que los protagonistas se besan.
-¿Ah, si?
-Sí.
-¿Y que me quieres decir con eso?
-Pues que te estoy esperando.
-¿Esperando? ¿Para qué?
-¿Tú que crees?
-Ah, no, no, no... Tú sueñas.
-Sí, contigo. - intenta acercarse con una divertida sonrisa.
-Pero... - comienza a correr por el comedor rodeando la mesa, intentando alejarse.
-Eres muy lenta, voy a pillarte.
-Ya lo veremos.
-¿Me retas de nuevo? Mira que antes he ganado.
-Esta vez la victoria será mía.
Cinco minutos después, ella está acorralada contra la pared, la tiene agarrada por las muñecas.
-¡ Suéltame!
-No, no.
-Sí, sí.
-A cambio de un beso.
-Entonces prefiero quedarme como estoy, no me sueltes entonces.
-Vale.
Diez minutos después.
-¿No me vas a soltar entonces?
-Ya te lo he dicho: sólo a cambio de un beso.
-Pues nada - ella pone los ojos en blanco.
-Somos los dos unos cabezotas, ninguno va a ceder.
-Eso no es verdad.
Y de puntillas ella se acerca hasta su rostro.
-Cederemos ambos a medias.
-¿Cómo?
-Yo ya estoy cerca, termina tú la escena.

Él sonríe y finalmente acerca con lentitud sus labios a los de ella.
Ambos acaban dejándose vencer por la magia de aquel beso.
Ninguna victoria. Ninguna derrota. Sólo un pacto previo a la gran batalla del amor.